Esta sección incluye clásicos del tipo de Las mocedades del Cid, Guillermo Tell,  El trovador –sendas versiones, la de García Rodríguez y la de Verdi-, combinados con obras más actuales como La venganza de don mendo, Misterio Bufo o La verdadera y singular historia de la princesa y el dragón.

Giuseppe Verdi, Il Trovatore

Ed. Madella, Milano 1913

 

L'avvenimento ha luogo parte in Biscaglia, parte in Aragona

Epoca dell' azione il pincipio del secolo XV

(Il subbietto è tolto da un dramma di Antonio García Gutierrèz che porta lo stesso títolo)

Theófile Faullain de Banville, El juglar, una comedia en un acto, en prosa y verso
Ed. Valero Díaz, Madrid 1904

Rey. ¿y quién ha compuesto esa canción? Quizá un enamorado de esos ojos traidores?...
Nico. ¡Un enamorado... no! Ha sido Gringoire.
Rey. ¿Quién es Gringoire?
Olí. Un don nadie, señor.
SiM. Un juglar muy divertido, es, quizá, el joven más alocado y calavera de estos contornos.

Eduardo Marquina, Doña María la Brava
Ed. Biblioteca Renacimiento, Madrid 1910

Muño
(Mientas los criados, Mari Barba y Montoro aplauden al juglar, que acaba de decir unas trovas.)
¡Otra, juglar!, que así pagas
el pan, el techo y el vino
que, para pasar la noche,
te hemos dado en le castillo.
¡Otra!

 

Varios autores, Los amantes de Teruel. Volumen conmemorativo del quinto centenario del descubrimiento de sus momias
Ed. La Editorial, Zaragoza 1958

Ante de que el cuerpo de baile salga a escena, inicia el JUGLAR su intervención recitando el Romance del novio ausente.
A medida que se inica el romance, las GENTES se van sentando, hasta en las escaleras que unen el escenario el patio de butacas.
El JUGLAR dice su romance desde un balcón del fondo. Todos le miran, y los rostros vueltos hacia él componen una estampa natural y colorista.

 

Federico Hebbel, Los nibelungos
Ed. Espasa - Calpe, Madrid 1960

Hagen.-¿Qué hacemos entonces? ¿Dónde está el santo varón? ¿Qué es lo permitido? Oigo cantar a los pájaros; ¿pordrá, por lo tanto, el hombre hacer que lo recreen con la música? (A Volker.) ¡Toca, pues, hasta que estalle la última cuerda!
Volker.-No toco mientras brilla el sol; guardo para la noche la divertida tarea.
Hagen.-Sí; y con gusto pondrías entonces el bandullo de tu enemigo como cuerda para rascarlo con uno de sus huesos.
Volker.-¿Acaso no te harías músico con esa condición?

 

Pedro Muñoz Seca, La venganza de don Mendo
Ed. Afrodisio Aguado, Madrid 1962

NUÑO.– (A Bertoldino muy campanudamente.)
Ese canto, juglar, es un encanto.
Hame gustado desde su principio,
y es prodigioso que entre tanto canto
no exista ningún ripio
MAGDALENA.– Verdad.
NUÑO.– (A Bertoldino.) Seguid.


J. Friedrich Scheller, Guillermo Tell
Ed. Solana, Barcelona 1974

FRIESSHARDT.- Respetable señor: yo soy uno de tus hombres de armas y me hallaba haciendo guardia al lado del sombrero. He cogido a este hombre en el mismo momento en que negaba saludo y homenaje al sombrero. He intentado detenerle, según has ordenado, y el pueblo quiere arrancármelo por fuerza.
Gressler.- (Después de corto silencio.) ¿Hasta tal punto desprecias a tu emperador. Tell, y a mí mismo, su lugarteniente, que te niegas a respetar el sombrero hecho colocar aquí por mí para probar vuestra obediencia?

Pierre Cornielle, El Cid
Ed. Planeta, Barcelona 1985

JIMENA.- (...) Yo amaba, ya lo sabíais, pero para vengar a un padre, yo pedía la muerte de alguien tan querido. Vuestra majestad misma, señor, ha podido ver que antepuse mis deberes a mi amor. Por fin Rodrigo ha muerto, y su muerte me ha trocado de implacable enemiga en en afligida amante. Debía esta venganza a quien me dio el ser, y ahora debo estas lágrimas a mi amor. Don Sancho me ha perdido al tomar mi defensa, si la piedad puede conmover a un rey, por favor, revocad una ley tan dura; como premio a una victoria en que pierdo lo que amo, yo le dejo mi hacienda, que él me deje a mí; que en un claustro sagrado yo lloré por siempre, hasta mi último aliento, a mi padre y a mi amado.

 

Antonio Luis García Gutiérrez, El trovador

Ed. Planeta, Barcelona 1989

Guzmán.- Entró efectivamente; pero en el momento mismo, cuando, lleno de amor y de esperanza, se le figuraba que iba a tocar la felicidad suprema, un preludio de laúd del maldito trovador vino a sacarle de su delirio.

Dario Fo, Misterio bufo
Ed. Siruela, Madrid 1998

-¡Oh, gentes, acudid, que aquí está el juglar! Juglar soy yo, que salta y piruetea y os hace reír, que se burla de los poderosos y os muestra qué orondos y engreídos son los globos que hacen guerras donde los degollados somos nosotros, y os los espachurro, les quito el tapón y... pffss... se deshinchan. Acudid, que es la hora y el lugar de que yo haga el payaso, y os enseñe. ¡Doy un saltito, canto un poquito, hago jueguitos! ¡Mira cómo muevo la lengua! Parece un cuchillo, trata de recordar- lo. Pero no he sido siempre... y eso quiero contaros, cómo he nacido.

Guillén de Castro, Las mocedades del Cid
Ed. Ayuntamiento de Valencia, Valencia 1999

Rodrigo.- Suspenso, de afligido,
estoy, Fortuna, ¿es cierto lo que veo?
¡Tan en mi daño ha sido
tu mudanza, que es tuya y no la creo!
¿Posible pudo ser que permitiese
tu inclemencia que fuese
mi padre el ofendido, ¡extraña pena!
y el ofensor... el padre de Jimena?

 

Friedrich von Schiller, William Tell
Ed. del Prado, Madrid 2003

Rudenz.- And I proclaim that all my serfs are free.
(Whilst the music strikes up anew, the curtain falls.)

José Luis Alonso de Santos, La verdadera y singular historia de la princesa y el dragón

Ed. Castalia, Madrid 2007

 

De cómo comienza esta historia en un palacio sin niños.        
TROVADOR:
«Había una vez, en un país lejano,
unos señores Reyes, siempre muy apenados,
pues no tenían niños que mecer en sus brazos,
ni niñas chiquititas a las que poner lazos.
Llamaron a los magos y a grandes hechiceros,
a astrónomos, a curas y a expertos milagreros
que hicieron devociones que de nada sirvieron,
y por más que esperaron, ningún hijo tuvieron».

 

Luis Carnicero, Poética del juglar
Ed. Estudio de Arquitectura, León 2014

¡Alégrate juglar, pues has hablado sabiamente!
En tus palabras se ha intuido. Habrá que volver al humanismo, al arte y la ciencia mezclados, a la Palabra y a la Luz que son sustento, aunque nos conste aviso: "se resquebrajarán las altas montañas y se derrumbarán las colinas y se fundirán como la cera ante la llama!.