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Esta sección busca referencias y esencias del juglar de forma más general dentro de una literatura compuesta por sagas escandinavas, mitos, leyendas, apólogos y enxiemplos, poemas juglarescos de carácter hagiográfico, teatro, adivinanzas, coplas y una floreciente poesía culta representada por la lírica galaico-portuguesa y la lírica provenzal.
Hellen Waddell, Mediaeval latin lyrics
Ed. Constable and Company Ltd., London 1935
Copa Surisca, caput Graeca redimita mitella,
crispum sub crotalo docta mouere latus,
ebria fumosa saltat lasciua taberna
ad cubitum raucos excutiens calamos.
quid iuuat aestiuo defessum puluere abisse
quam potius bibulo decubuisse toro?
sunt topia et calybae, cyathi, rosa, tibia, chordae,
et triclia umbrosis frigida harundinibus;
Roberto Fernando Giusti, Trovadores castellanos: cantigas de amor y religiosas
Ed. A. Estrada, Buenos Aires 1946
Alvaro sseñor, non fallo / que dezir; pero escreví
al rey mi señor assy, / commo ssu leal vassallo:
por ende acorred en breve, / pues un vjl juglar se atreve
contra mí commo non deve, / é me corre commo gallo;
sabe Dios porque me callo.
Dámaso Alonso, Primavera y flor de la literatura hispánica
Ed. Selecciones del Reader's Digest, Madrid 1966
Deciros he una cosa
de Cristo y de la Gloriosa:
José yacía dormido,
el angel fue a él venido.
peregrinos de Santiago
Ed. Centro de estudios Jacobeos, Madrid 1971
En la Edad Media, la zanfona sirvió para acompañar muchos cantos de peregrinos, que se acercaban al sepulcro del Apóstol Santiago, sobre todo las cantigas de cego, de las que no hemos ocupado
anteriormente, ostentando el rango de los demás instrumentos, pero en el siglo XV empieza la decadencia y en el XVI se convierte en el instrumento de bajas condiciones, volviendo a resurgir,
nuevamente, en Francia, durante el siglo XVIII (...).
Camilo José Cela, Diccionario secreto. Tomo I
Ed. Alfaguara, Barcelona 1968
Sólo me restaría añadir a este breve ejemplario, que la etimología, con no poca frecuencia, también marchó por tan pudorosos y artificiales derroteros: el verbo conocer, del latín cognoscere,
hubiera debido formarse coñocer, y así se encuentra aún en el siglo XIII, Vida de Santa María Egipciaca: "Bien conyosçe Dios tu sacrificio"; al nombre de la ciudad de Mérida le sobra la i,
que conservó para Merda, etc
Dámaso Alonso, Cancionero y romancero español
Ed. Salvat, Madrid 1969
Helo, helo por do viene el moro por la calzada,
caballero a la gineta enima una llegua baya.
Camilo José Cela, Diccionario secreto II
Ed. Alfaguara, Barcelona 1971
VIRGA VIRTUTIS Es lat. y euf. de intención festiva.
Pija.
Juan Ruiz, Libro de Buen Amor, estr. 384 (Corominas, p. 193)
Nunca vi sacristán que a visperas mejor tanga:
todos los instrumentos toca con artemanga;
la que viene a tus vísperas, por bien que se arremanga,
virga virtutis tua fazes que aí remanga:
Carmen Martín Gaite, Andrés Ruiz Tarazona; Ocho siglos de poesía gallega: antología bilingüe
Ed. Alianza, Madrid 1972
Quedan, por último, las cantigas de <<escanio y maldicer>>, de raigambre esencialmente popular, cuyo abolengo se remonta también, sin duda, a fecha muy anterior a la de posible
influencia provenzal. Son sátiras lanzadas contra el burgués, el caballero, el hombre de la plebe y a veces contra un rival en el arte de trovar. El espíritu zumbón del juglar que arremetía
contra los defectos de sus conciudadanos se traduce en una gran libertad y crudeza del lenguaje.
Juan Alcina Franch, El conde de lucanor y otros cuentos medievales
Ed. Bruguera, Barcelona 1973
Exemplos por A. B. C
Contumaz in modico dando plurima amicii
El que dar lo poco es contumaz
su vergüenza et dapno faz
Un versificador presenté a un rey cieros versos e el rey alabó su ingenio es su arte e mandóle que le demandasen algúnd don por lo que había fecho e presentado. E demandó que le feciese portero
de su cibdad por un mes e que de todo hombre corcobado hubiese un dinero e que de tiñoso otro dinero e de tuerto otro dinero e de sarnoso otro dinero e de potroso otro dinero. El rey otorgogélo e
diole carta con su sello.
Jorge Luis Borges, Breve antología anglosajona
Ed. La Ciudad, Santiago de Chile, 1978
Tácito, en su Germania, ya nos habla de las anglos y de los jutos; en cuanto a los sajones, que no menciona, se conjetura que eran una confederación de piratas.] Los sajones derivaban su nombre de la palabra seax, que en su idioma quiere decir cuchillo. Los anglos, procedentes de Angeln, al sur de Dinamarca, bautizarían a Inglaterra, que se llamó al principio Englaland (Tierra de los Anglos) y después England. Trajeron su mitología o sus rudos mitos, sin duda afines a los que cantaron después los escandinavos en la Edda Mayor. Asimismo trajeron la antigua memoria del Norte: leyendas de los geatas y de los godos y de Atila, curiosamente asimilado a su tradición.
Carlos Alvar, Textos trovadorescos sobre España y Portugal
Ed. Planeta, Barcelona 1978
Sé bien que vuestra espada corta, pero si presentáis batalla a todoss los que hablaran mal de ella o que desmentirán diciendo que no cometió una falta grave, no se dieron golpes en Roncesvalles
como los que vos tendréis que dar; ahora termino y la pongo en menosprecio; que vaya donde le convenga: de ahora en adelante no quiero tener más enfrentamientos con ella.
Leandro Carré Alvarellos, Leyendas tradicionales gallegas
Ed. Espasa-Calpe, Madrid 1980
Y una tarde, habiéndose enterado de que la hermosa Beatriz se hallaba encerrada, prisionera de su padre, [Vasco el trovador] melancólicamente entonó un nuevo cantar, acompañado por la voz de su
laúd:
<<Ave que pasas cantando
al declinar de la tarde;
céfiro que jugueteas
entre el espeso ramaje;
(...).>>>
Julio Rodríguez Puértolas, Poesía crítica y satírica del siglo XV
Ed. Castalia, Madrid 1981
Señora, pues que no puedo
abrevar el mi carajo
en este vuestro lavajo,
por demás es mi denuedo:
he perdido, segunt cuedo,
mi afán e mi trabajo,
si tras el vuestro destajo
non vos arregaço el ruedo.
Manuel Ariza Viguera, Antología de prosa medieval
Ed. Alhambra, Madrid 1986
Y cuando esto vieron los cristianos, les pesó mucho, pero no se quisieron detener. Y estuvieron todos juntos bien tres días, porque si por ventura los moros quisiesen tornar a ellos, que no los
hallasen partidos; y estuvieron así hasta que pasaron toda la tierra que llaman Bitinia, y entraron en la tierra que llaman Preisida. Y aquel día pasaron a un lugar muy seco y muy menguado de
aguas. Y el tiempo era muy caliente, como en el mes de julio, y los de la hueste comenzaron a tener muy gran sed, tanta que la gente menuda, que andaba a pie, ahogábanse por la gran calura y por
el polvo que hacía, y porque no hallaban agua; así que bien murieron ese día doscientos, entre hombres y mujeres y mozos pequeños.
Carlos Alvar, Poesía tradicional de los judíos españoles
Ed. Porrúa, México DF 1986
- "Gian Lorenzo, Gian Lorenza, - quien te hiso tanto mal"
- "Por tener mujer hermosa - el rey me quere matar"
Yo estando en la mi puerta - con mi mujer real
taniendo la mi vigüela - mis hijos al son bailar,
5.alsí mis ojos en lejos - cuanto más los pude alsar,
en las campor de Arzuma - grande gente vide bajar;
Vicente Cantarino, Ibn Zaydun, Ibn Arabi, Casidas de amor profano y místico
Ed. Porrúa, México DF 1997
Todo el que de ti espera favores
los recibe como lluvia torrencial.
Sólo conmigo rompe tu rayo su promesa de lluvia.
Como me dejó encantado, medité su sentido y yo mismo compuse otros versos siguiendo la misma rima, entre los cuales incluí éste por su acabada belleza.
Ciriaco Morón Arroyo, Antología de la lírica medieval castellana
Ed. Publicaciones Colegio de España, Salamanca 1989
Manuscrito del poema de Elena y María. Se trata de un pequeño códice de 6,5 cm. de ancho por 5,5 de alto aproximadamente. Su tamaño ínfimo hizo que Menéndez Pidal lo considerase la copia de bolsillo de un juglar, aunque en realidad es un libro de faltriquera destinado a la lectura privada, dada la dificultad para leer y pasar las hojas de este exiguo códice ante un auditorio.
Fernando Gomarín Guirado, Cancionero secreto de Cantabria
Ed. Universidad de Cantabria, Santander 1989
Todos los que cantan bien,
cantan bajo tu ventana;
y yo como canto mal,
duermo contigo en la cama.
Ed. Castalia, Madrid 1989
Onde como oyesse aquesto un juglar que bivía en su reino, fuesse para la corte del dicho rey e demandava que le dejassen ver al rey. Mas como los sus servidores non lo quisiessen fazer e lo
echassen, dende buscó manera como pudiesse entrar e díxoles:
-Sabed que vengo del Paraíso e fablé con el fijo del rey, al cual trayo nuevas e mensage de su parte.
Théodore Claude Herni Hersart Vicomte de La Villemarque, El misterio celta
Esta obra [La profecía de Gwenc'hlan] es, por los sentimientos, las creencias y las imágenes, un vestigio precioso de la antigua poesía bárdica.
Como Taliesin, Gwenc'hlan cree en los tres círculos de la existencia y en el dogma de la metempsícosis: <<He nacido tres veces -dice el poeta cambriano-, he estado muerto, he estado
vivo, soy tal como fui... he sido cierva en la montaña... he sido gallo moteado... he sido gamo de color leonado; actualmente soy Taliesin.>>
Joaquín Díaz, Coplas de ciego: antología
Ed. Ambito, Valladolid 1992
Todo el mundo me esté atento
alargando las orejas
de manera que los hombres
mulas manchegas parezcan;
Alicia Fonteboa López, Enrique Rodríguez Corral; Literatura de tradición oral en El Bierzo
Ed. Diputación de León, León 1992
La hermana cautiva
Vamos a cantar, señores,
estas coplas de la niña
que cautivaron los moros
en los riscos de Melilla.
Esther San Pastor, Teatro medieval castellano
Ed. S.A.P.E., Madrid 1992
A estas representaciones se las denomina preferentemente <<juegos de escarnio>>. Se trata de escenas bufas, de pantomimas satíricas o burlescas, dadas con frecuencia a lo grosero y
hasta inmoral, no sólo por el texto, sino también por los gestos, canciones y actitudes de los representantes. Estos recibían distintos nombres: histriones, remedadores y <<facedores
zaharrones>>, y también simplemente juglares.
Mohammed Dua, La más nueva colección de bombas de Puerto Rico. Apología de la bomba de doble sentido en Puerto Rico
La bomba se canta en bailes, en las fiestas del campo y en la Navidad. Conste de (4) cuatro versos de ocho sílabas (octosílabos), con rima consonante o con rima asonante. En ocasiones, el primer
verso rima con el tercer verso y el segundo verso roma con el cuarto verso. Veamos los siguientes ejemplos:
El león por ser león
dicen que lo vence el sueño,
y yo que no soy león
me acuesto pero no duermo.
Sara L. Armento Martín, 10 relatos medievales
Ed. Olalla, Madrid 1997
Llamó a este lugar "El Paraíso", y si alguien le visitaba, le llevaba hasta allí y se lo mostraba todo; a la vez hacía que sonaran diversos instrumentos en una alta torre, sin que se viera a los
juglares; y engañaba a sus visitas diciéndoles que eran ángeles de Dios y que este era el paraíso prometido; y a sus amigos les decía: "Os daré leche y miel que mana de la tierra". Y les daba una
bebida que les embriagaba.
Francisco Torrecilla del Olmo, Canciones populares de la tradición medieval
Ediciones Akal, Madrid 1997
Por aguinaldo venimos,
dénosle vuesas mercedes,
que es noche de hacer merecedes.
Texto:
Eva María Castro Caridad, Miguel Ángel Pérez Priego; Teatro medieval: El drama llitúrgico, Volumen 1
Ed. Crítica, Madrid 1997
SERMÓN DEL OBISPO SAN AGUSTÍN CONTRA LOS JUDIOS
Inter pressueras atque angustias...
Responsorio
Oíd lo que la Sibila habrá de decir.
La señal del juicio: la tierra se cubrirá de sudor.
Fernando Lázaro Carreter, Teatro medieval
Ed. Castalia, Madrid 1997
El juglar es un histrión enriquecido por hábitos por hábitos espectaculares germánicos, entre los que se hallaban los cantos heroicos, inusitados en la tradición de los mimi y pantomimi
latinos.
Junto a los poemas épicos y líricos figuraban, con máxima probabilidad, en el repertorio de los juglares españoles, piezas con elementos dialogados del tipo de la altercatio, imitadas de Provenza
y Francia. Y haste es posible qu esu ejecución fuera dramatizada, mediante gestos, cambios de voces, y, quizá, recitado alternate (narratio fictis).
Agustín Ubieto Arteta, Leyendas para una historia paralela del Aragón medieval
Ed. Instutción <<Fernando el Católico>>, Zaragoza 1998
Luego, una vez reparado el daño material a satisfacción del ceramista, Jaime I despachó de la corte al violento trovador pues, como manifestó a quienes le rodeaban en aquel momento, no podía
consentir acoger en su séquito a servidores tan pagados de sí mismos y tan avaros de sus obras como para que no las pudieran disfrutar sus súbditos, máxime cuando el poeta cantor había sido
pagado con fondos del erario público.
[Del Ter, Armando, <<Recopilación de leyendas especialmente de la Alta Montaña (I y II)>>, Folletón del Altoaragón, 91 y 92 (1983), II. pág. 13.]
F. M. C., Poesía épica
Ed. EDIMAT, Madrid 1998
Allí fablo don Rodrigo, bien oiréis lo que dira:
-Calledes, la mi señora, vos no digades atal.
De los infantes de Salas yo vos pienso de vengar.
José Luis Gáfer, Coplero popular
Ed. EDIMAT, Madrid 1999
¡Hola!, yo soy la copla popular, la hija de los romances populares de la Alta Edad Media y nieta, por tanto, del Cantar del Mío Cid, ese épico poema lleno de constantes cabalgadas, que allá, por
los años de gracia de 1140, sirven de balanceo, arrullo y canción de cuna a nuestra recién nacida literatura española.
Por aquel entonces, los copleros se llamaban juglares y la historia del hombre comenzó a ser un largo camino de coplas amorosas, burlescas, filosóficas y religiosas. Y como allá donde hay música
no puede haber cosa mala, pues ésta es el eco del alma, las coplas nos hicimos cada vez más populares.
María Jesús Lacarra, Cuento y novela corta en España: Edad Media
Ed. Crítica, Barcelona 1999
Et quando esto oyó el juglar, echó la çítola en tierra e desanparó el mundo. E fues'para el yermo, e confesóse muy bien e fizo su penitençia fasta que acabó su penitençia en buena vida. Et fuese
para el Paraiso de manera que quando finó, que lo vio aquel padre santo que llevavan su ánima los ángeles et la pusieron consigo entre los coros. Et, pues, tanto bien ganó el juglar por ser
piadoso, que l´tornó Dios a penitençia por que ovo el reino de Dios.
José Antonio Pinel Martínez, Cuentos de la Edad Media
Ed. Castalia, Madrid 1999
Ysopete
Un rey tenía un fabulista componedor de ejemplos y fábulas, que cada vez que el rey quería descansar le tenía que contar cinco fábulas con las que recrearse y alegrarse.
Carlos Alvar, Poesía de Trovadores, Trouvères y Minnesinger
Ed. Alianza, madrid 1999
Creo que aquí tenemos reunidas las características esenciales del juglar: es músico y cantor y viaja continuamente de corte en corte, buscando la generosidad de los nobles, que le pagan
regalándole vestidos, joyas, caballos o tierras. Cuando digo que el juglar es músico me refiero a que sabe tocar varios instrumentos musicales.
Thomas Hahn, Sir Gawain: Eleven Romances and Tales
Ed. Medieval Institute Publications, Michigan 1999
Lythe and listenythe the lif of a lord riche,
The while that he lyvid was none hym liche,
Nether in bowre ne in halle.
In the tyme of Arthoure thys adventure betyd,
And of the greatt adventure that he hymself dyd,
That Kyng curteys and royalle.
Michel Zink, El juglar de Nuestra Señora. Cuentos cristianos de la Edad Media
Ed. Sígueme, Salamanca 2000
Érase una vez un juglar. Siempre en camino, de ciudad en ciudad, de castillo en castillo. A veces lo acogían. Exhibía sus habilidades y ganaba unas monedas. Con más frecuencia, lo rechazaban. El
camino era interminable. Un camino que nunca lo llevaría a su casa, porque no tenía casa.
José Luis Gárfer, Concha Fernández, Adivinacero popular y culto
Ed. Edimat, Madrid 2000
El protagonista -el rey Apolonio de Tiro natural-, queda ya en adelante a merced de la adivinanza recordando en eso a estos personajes de la narrativa bíblica como Sansón o de la tragedia griega
como Edipo Rey. Más Apolonio encontrará alborozado a su perdida hija Tarsiana convertida en princesa-juglaresa y a quien reconoce gracias a estas adivinanzas:
-<<Dime cuál es la casa -preguntó la criada-
que nunca se está queda, siempre anda lacerada,
los huéspedes son mudos, da voces la posada.
Si esto adivinades, te quedaré obligada.>>
Judith Herrin, Miscelanea Medieval
Ed. Grijalbo, Barcelona 2000
Espectáculo después de la cena
Durante su primer viaje a Bizancio en el año 949, Liutprando, obispo de Cremona, quedo enormemente impresionado por el espectáculo celebrado después de una cena. .
Cesar Fernández, Relatos y romanceadas mapuches
Ed. Del Sol, Buenos Aires 2000
Según cuentas los cronistas, "había poetas de oficio que recibían de los caciques por los romances que componían para sus fiestas, por cada uno, diez botijas de chicha y un carneo. Llamaban
genpin, dice Febrés, a los compositores de sus cantares, como si fueran los dueños del decir".
De entonces a nuestros días, la palabra ha conservado su valor. "Para ser lonco (cacique) hay que saber hablar bien, en mapuche y en castilla, solía decir Luciano Huenufil, en Aucapán.
Jacqueline Mirande, Cuentos y leyendas de la Edad Media
Ed. Anaya, Estella 2002
En los castillos la vida era muy aburrida, sobre todo en invierno. De ahí que fuesen tan importantes las visitas, máxime si venían de países lejanos, como los de Oriente, y si tenían relatos que
contar. Por eso, también se recibía con entusiasmo a los malabaristas, trovadores, domadores de animales y titiriteros.
Carlos Alvar, José Manuel Lucía Megías; Antología de libros de caballerías castellanos
Ed. Área + Random House Mondadori, Barcelona 2004
Cabalgando todos en caballos ricamente guarnidos, salieron fuera de la ciudad y a poco trecho encontraron a la reina Zahara de la suerte que oiréis: venían, delante d'ella y todas sus mujeres,
veinte y cuatro d'ellas con instrumentos tan extraños y dulces que era extraña cosa era el ruido que hacían con su dulce melodía.
Nelson Rafael Collado, 1,275 adivinanzas
Ed. The Author, San Juan de Puerto Rico 2000
Otro ejemplo de adivinanza homofónica, palabras que al pronunciarlas suenan igual pero significan cosas diferentes, lo es:
Doce libras de carne,
divididas entre dos cegatos,
¿cuántas libras le toca a cada uno? (seis)
Obsérvese, que en Puerto Rico, pronunciar dos cegatos y doce gatos, es igual.
Justino Cornejo, ¿Qué será? Adivinanzas del Ecuador
Ed. Casa de Cultura Ecuatoriana "Benjamín Carrión", Quito 2005
Tiré a la que vide, / maté a la no vide;
comí carne asada / en letras divinas,
y bebí agua del cielo / ni de la tierra vertida.
(Un cazador disparó a una guanta [roedor silvestre] que había estado preñada. La carne de esos animales silvestres fue asada en el fuego proveniente de la incineración de una Biblia vieja que
encontró por ahí. El cazador mitigó su sed con el sudor de la bestian en que viajaba).
Antonio Castro Díaz, Poesía medieval en Andalucía
Ed. Almuzara, Sevilla 2006
Tras estos descubrimientos y los estudios comparativos realizados entre las jarchas y la poesía de los trovadores -para Menéndez Pidal y otros investigadores-, la influencia de la lírica
árabigo-andaluza sobre la provenzal -y, por lo tanto, sobre la europea de tradición románica- es evidente e indiscutible.
Santiago Ibáñez Lluch, Sagas islandesas de los tiempos antiguos
Ed. Miraguano, Madrid 2007
Cuando ya habían luchado largo tiempo con gran cólera, Hildibrand hizo acopio de fuerzas y golpeó a Ásmund con las dos manos; cuando la espada le alcanzó el yelmo se le partió por debajo de la
empuñadura, y el pomo cayó chirriando en el río; él había recibido entonces numerosas heridas.
A continuación reció estas estrofas:
Mariano González Campos, Baladas épicas feroesas
Ed. Miraguano, Madrid 2008
Eg havi eina rímu hoyrt,
gjørd er í grønari líð,
tað var fyrst í fyrndini,
tað brast í Buðlans tíð.
Juan Miguel Zarandona, Libro del Grial
Ed. 451, Zaragoza 2008
Brevemente, cabe recordad a los bardos celtas de la antigua Gales, a los poetas cortesanos anglonormandos, los poetas de la pequeña Bretaña, los compiladores de magias y profecías, los narradores
de las cortes francesas y los trovadores provenzales y catalanes, los historiadores y pseudohistoriadores, a los traductores y adaptadores a otras lenguas, a los narradores germanos, los
contadores de novelas de caballerías hispano-portugueses -desde la gloria a la parodia-, los compiladores de la tradición creada, los poetas épicos renacentistas italianos, los dramaturgos
barrocos, los músicos dieciochescos, y todos ellos anteriores a la segunda Edad Dorada del rey Arturo.
Mahmud Sobh, Trovadores árabes de la Comunidad Valenciana y las Islas Baleares: antología bilingüe hispano-árabe con introducción y explicación
Ed. Aitana, Alicante 2009
Poema Juglaresco
El Vino nos desvela el misterio de la noche y de la mañana,
en su principio es Sol, mas, en su fin de vida es Luna llena.
Es adusto y denso mientras no le visita la amada mezclona,
y cuando la recibe, sonríe alegremente, y ella le abraza fina.
¡Cuán curiosa, que no deja ni un alma sin pasión, la Fortuna!
Al Agua, que se funde con el alma, incluso el Vino aficiona.
Santiago Ibáñez Lluch, La saga Yngvar el Viajero y otras sagas legendarias de Islandia
Ed. Miraguano, Madrid 2011
El poeta Bragi llegó a un banquete. Un día sucedió que todos los hombres se habían ido al bosque y las mujeres, a un nogueral, y no quedó nadie en la sala, excepto Bragi sentado en el
asiento de honor, y la reina se escondió allí oculta bajo unos vestidos. Leif estaba sentado en el trono y estaba jugando con un trozo de oro, y Hámund y Geirmund estaban abajo en el suelo
cubierto de paja. Se fueron hacia Leif, le empujaron de su asiento y le quitaron todo el oro. Él se puso a llorar. Entonces Bragi se levantó y se dirigió hacia donde estaba la reina,
levantó los vestidos con su bastón y recitó:
Martín de Riquer, Los trovadores
Ed. Ariel, Barcelona 2011
Quan vei pels vergiers despleiar
los cendatz grocs, indis e blaus,
m’adoussa la votz dels chavaus
e·lh sonet que fan li joglar
que viulan de trap en tenda,
trombas e corn e graile clar.
Adoncs vuolh un sirventes far,
tal que·l coms Richartz l’entenda.
Cuentos de la Edad Media
Ed. Castalia, Barcelona 2012
Ysopete
Un rey tenía un fabulista componedor de ejemplos y fábulas, que cada vez que el rey quería descansar le tenía que contar cinco fábulas con las que se recrease y alegrase.
H. A. Guerber, Edad Media
Ed. EDIMAT, Madrid 2012
Un trovador, escondido en una oscura esquina de la sala, fue el único en escapar de la furia de Grendel, y después de describir tembloroso la masacre que había presenciado huyó aterrorizado
al reino de los geates, raza conocida posteriormente por el nombre de Jutes o Goths. Allí cantó sus trovas en presencia Hygelac, el rey, y de su sobrino Beowulf (el cazador de abejas), en quien
despertó su más profundo interés al describir la visita de Grendel y la van, aunque heroica, defensa de los valientes caballeros
Santiago Ibáñez Lluch; Saga de Sturlaug el Laborioso, Saga de Ragnar Calzas Peludas, El relato de los hijos de Ragnar
Ed. Miraguano, Madrid 2014
Así lo cuenta el poeta Sighvat en la Drápa a Canuto:
Y en la espalda de Ella,
hizo grabar un águila
Ívar, el que en York
habitaba
Martín de Riquer, Vida y amores de los trovadores y sus damas
Ed. Acantilado, Barcelona 2014
Y es cierto que un juglar llamado Artuset le prestó doscientos morabetinos, y él (Alfonso II de Aragón) lo llevó cerca de un año consigo y no le dio ni un dinero. Sucedión un día que Artuset,
julgar, se peleó con un judío, y los judíos se le echaron encima y lo hirieron gravemente, y también a un compañero suyo. Y Artuset y su compañero mataron a un judío, por que los judíos acudieron
al rey y le rogaron que los vengara y que les diese a Artuset y al compañero para matarlos. Y el rey le entregó a los dos y se quedó con los doscientos morabetinos.
S. A. J. Bradley, Anglo-Saxon poetry
Ed. Hachette, London 2012
Wise words are becoming in everyone: to the minstrel his son, to a man sagacity.
Anonymous, Seven viking romances
Ed. Penguin, London 2014
'Harp and carp, Thomas,' She said,
'Harp and carp along wi'me,
And if ye dare to kiss my lips,
Sure of your bodie I eil be.'
'Beside me weal, betide me woe,
That weird shall never daunton me,'
Syne he has kissed her rosy lips,
All underneath the Eildon Tree.
('Thomas the Rymer' in Scott's Minstrelsy of the Scottish Border.)